El autobús salió a las 8 de la mañana de Novaci. Por primera vez, íbamos todos en silencio y durmiendo, el cansancio acumulado se notaba y la fiesta de la noche anterior, aunque no terminó tarde, nos dejó exhaustos a todos y teníamos que hacer las maletas antes de partir hacia Bucarest. Eso sí, justo antes de entrar en la capital, ya sonaba de nuevo la música a tope con canciones de antes y de ahora de los distintos países participantes del programa Erasmus+.
Paramos a ver el Museo Nacional Cotroceni. Es un palacio cuya historia comenzó en 1679 como monasterio. En 1888 se demolió para convertirse en residencia oficial de la monarquía y desde 1989, con el fin de la Revolución Rumana, el palacio pasó a ser la residencia oficial del presidente del gobierno.
La guía nos estuvo mostrando y explicando en inglés la importancia de cada habitación, resaltando como especiales la bonita biblioteca de madera y una habitación muy elegante y floreada que se había decorado para la reciente fallecida Queen Elizabeth II, cuya visita se esperaba en 1998. Finalmente, quien acudió fue el entonces príncipe Carlos, quedando el dormitorio sin ser estrenado hasta el día de hoy.
La última foto del grupo al completo fue delante del imponente Palacio del Parlamento. Tras decir varias veces “cheese” en la foto de despedida, nos dirigimos hacia el centro de Bucarest con la intención de visitar algo más, pero todo se volvió un poco difícil en un segundo porque cada centro Erasmus+ dormiría esa noche en un hotel distinto y no nos resultó nada fácil encontrar taxis. Una vez más, nuestras compañeras rumanas se desvivieron para encontrar una solución y todo salió bien.
La guinda del día la pusieron nuestros alumnos de camino al hotel. Estábamos ya en el “meeting point” esperando a los taxis con los estonios, cuando sacaron de nuevo su buen sentido del humor y empezaron a cantar algo de flamenco o a reír con sus profesores comentando alguna anécdota del día. Incluso el trayecto en taxi fue divertido con saludos en rumano o en inglés a algún conductor que estaba parado en un semáforo y que fue correspondido. Qué bonita es la juventud y con qué facilidad convirtieron un momento de estrés en risas.
El hotel nos sorprendió con sus habitaciones temáticas de ciudades del mundo. Era bastante chulo y a los alumnos les encantó tener Netflix en la habitación, pero claro, había que levantarse a las 4 de la mañana para volver a Madrid…
