El domingo no hubo ninguna actividad programada. Los alumnos pasaron el día juntos en La Solana, empezando con el desayuno que tanto nos gusta a algunos: churros con chocolate. A los estonios les encantó. Les resultó curiosa la densidad de nuestro chocolate, pues fuera de España es más común encontrarlo menos espeso, parecido a un Cola Cao aquí.
Tras engullir gustosos estas calorías, los jóvenes se dividieron por el pueblo para charlar en parques, vieron partidos de fútbol femeninos y masculinos, también algún partido de baloncesto, jugaron a los bolos…, total, se lo pasaron fenomenal. Lo que llamó la atención a nuestros alumnos fue comprobar que los estonios aprovechaban cada ocasión para tomar el sol, ya que raramente tienen días con tanta luz en su país y según decían, querían volver bronceados a Tallín. Al final no pudieron hacerlo durante muchos días más, porque el lunes empezaría a llover, pero al menos gozaron de este sol dominguero durante unas horas.
Mientras tanto, un grupo de profesores de nuestro centro pasaron el día con los docentes estonios en Valdepeñas. Allí visitaron el museo del pintor local Gregorio Prieto, pasearon por el centro de la ciudad y charlaron animadamente durante la comida en el restaurante La Venta del Comendador. A nuestros compañeros europeos les fascinaron las migas, el pisto manchego, el asadillo y las gachas, aparte del vino de la localidad, que obviamente tenían que probar. Complacidos con estas exquisiteces, volvieron todos a La Solana para descansar. Al día siguiente tocaba ir a Ruidera e iban a necesitar energía de nuevo para afrontar el día.
