19/1/24

Intercambio con Montemor-o-Novo - día 5


Hoy es el penúltimo día en nuestra visita a Montemor o Novo. Nos hemos levantado temprano para continuar con el trabajo iniciado ayer en el centro juvenil. Los trabajos han sido muy interesantes y los chicos se han implicado muchísimo.


Hemos comido y partido a Évora, de nuevo muy bien acompañados por los niños portugueses y tres profesoras del centro que nos han guiado por nuestra experiencia en la ciudad. Allí nos contaron que Évora es una ciudad situada en la región de Alentejo, de aproximadamente 53500 habitantes, siendo la única ciudad portuguesa medieval miembro de la Red de ciudades más antiguas de Europa. A pesar de tener un rico pasado romano, su época dorada se vivió en el siglo XVI, cuando los reyes portugueses vivieron en ella, Évora es uno de esos destinos que no dejan indiferente a nadie. Prueba de ello es la cantidad de edificios con ricas fachadas y azulejos típicos, palacios y templos, que en conjunto, le valieron para que su centro histórico fuese declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1986 y se la conozca como “Ciudad-Museo”. Aquí comenzamos la ruta en la plaza principal, donde nos explicaron que la fuente situada en medio de la plaza tenía siete grifos en honor al número de calles que rodean la plaza.


Posteriormente llegamos al templo Romano, que fue construido en el siglo I a.C., aunque sufrió importantes modificaciones en los siglos posteriores. Con sus 14 columnas de mármol de capiteles corintios, es muy similar al de Mérida, por eso en un principio se creyó que estaba dedicado a la diosa Diana cuando en realidad, parece que podría haberse construido en honor al emperador César Augusto. El templo fue destruido tras la invasión de Évora en el siglo v, durante las invasiones bárbaras. En la actualidad solo quedan vestigios del foro en una plaza abierta presidida por la catedral de Évora y el palacio de Don Manuel. Durante la Edad Media los restos del templo fueron utilizados para la construcción del castillo de Évora.


Seguidamente visitamos la capilla de los huesos, edificada en el siglo XVII por iniciativa de tres frailes franciscanos cuyo objetivo era transmitir el mensaje de la transitoriedad y fragilidad de la vida humana. Este mensaje es claramente pasado a los visitantes nada más atravesar la puerta de entrada a través del aviso: “Nosotros los huesos que estamos aquí, esperamos por los vuestros” (“Nós ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos”). La Capilla de los Huesos fue construida en el local donde inicialmente era el dormitorio y sala de reflexión de los frailes. Las paredes de la Capilla de los Huesos y los ocho pilares que la constituyen están recubiertos con huesos y cráneos humanos, cuidadosamente colocados, unidos por cemento. Las bóvedas son de ladrillo revocado a blanco y pintadas con motivos que simbolizan o aluden a la muerte. Además de las osamentas, la Capilla de los Huesos está también decorada con estatuas cariz religioso y una pintura estilo renacentista y barroco. Se calcula que sean cerca de 5000 las calaveras humanas que allí se encuentran, entre muchos huesos, provenientes de las sepulturas de la iglesia del convento y de otras iglesias y cementerios de Évora.


Después de la impactante visita, subimos a la azotea donde se alojan belenes cristianos más representativos de cada parte del mundo. Fue muy interesante ver cómo cada país impregna su cultura en su representación.


Por último llegamos de nuevo a la plaza principal para comprar algunos souvenirs ya que al regresar nos tendrían preparado un acto de clausura que fue de lo más emotivo. Allí se dedicaron unas palabras en portugués, español e inglés dirigidas a las familias de acogida, y a los dos centros Erasmus. También se les hizo conocer a todos los trabajos que se habían realizado en los días previos. Los chicos de mostraban muy orgullosos de los resultados obtenido. Para finalizar se les hizo entrega de unos displomas de acreditación  del Erasmus. No faltaron las palabras de agradecimiento de los padres.