Nos espera un día intenso visitando dos
centros turísticos de gran reclamo para la Apuglia. Salimos temprano y
atravesamos unos ricos cultivos de olivos, viña y huerta de camino a la
pintoresca ciudad de Alberobello. Aunque se ha convertido en una atracción
turística algo masificada por las excursiones de cruceristas que desembarcan en
Bari, hay que reconocer que no ha perdido su carácter especial. Es todo un
pueblo de lo que aquí conocemos como chozos y bombos y allí denominan trullos
convirtiendo en población lo que aquí tenemos aislado entre nuestros campos de
cultivo.
Después de comer nos dirigimos entre parcelas
rústicas rodeadas por unas elegantes cercas de piedra en todo su perímetro a Polignano. Típica
ciudad costera mediterránea pero con la peculiaridad de que abraza al mar casi
en toda su longitud con escarpados acantilados.
Aunque el agua tenía una
temperatura más que apetecible para el baño, los españoles no nos atrevemos más
que a meter los pies en el agua debido a la intransitable playa de canto grueso
que la caracteriza. Nos conformamos con no bañarnos y contemplamos con cierta
envidia a nuestras aguerridas e incombustibles compañeras germanas que
transitan practicando esnórquel por toda la cala.
Terminamos la jornada conociendo un
interesante experimento gastronómico basado en un negocio de restauración que
vende unas particulares hamburguesas de calamares, pescado y marisco. Se llama
Pescaría y os dejo el enlace por si alguien se anima. Enlace a Pescaria
Volvemos a casa algo más cultos, gordos,
felices y bronceados. De fondo en el autobús se oyen canciones italianas que
nos recuerdan la inmortal” Nel blu dipinto di Zul” (más conocida como volaré en España) de Domenico Modugno
que precisamente nació en Polignano a Mare.
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