18/6/19

Antes de que sea pan. Pósitos y Silos


Durante estos tres cursos estamos desarrollando en el Instituto un proyecto Erasmus K-2 denominado “Our daily bread” (“Nuestro pan de cada día”) junto a otros centros de Alemania, Rumanía e Italia. En el reciente encuentro celebrado en La Solana visitamos el pósito de San Carlos del Valle y vimos la actuación llevada a cabo en los silos (que no los hilos, como se suele decir) de nuestra localidad. Con este motivo desarrollamos seguidamente un poco de historia de estas construcciones.


El pósito de San Carlos del Valle


Los pósitos eran instituciones municipales destinadas a almacenar cereales para su préstamo a los campesinos en época de escasez. Por ello se denomina así a los depósitos o almacenes donde se guardaba el grano.
Aunque su origen data del siglo XVI será en el XVIII cuando se generalicen y alcancen importancia centralizándose su administración mediante la creación de la Superintendencia de Pósitos en 1751, en plena época del Despotismo Ilustrado y de la doctrina económica denominada fisiocracia, que defendía el valor de los recursos naturales como fuente de riqueza, y que propició la necesidad de reformar la agricultura medieval.

Su decadencia se inició con la crisis del Antiguo Régimen a finales del siglo XVIII y, especialmente, con la traumática Guerra de la Independencia. A lo largo del siglo XIX fueron languideciendo conforme se expandía el liberalismo económico y surgieron otras formas de crédito agrícola, básicamente promovidas por la iniciativa privada.

En los pueblos de nuestros alrededores se han mantenido algunos en buenas condiciones, como ocurre en los casos de Argamasilla de Alba o Campo de Criptana.

El caso de San Carlos del Valle es especial pues está relacionado con la fundación real de este municipio. En efecto, la creación de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena favoreció el poblamiento y urbanización de este núcleo en torno a la antigua ermita de Santa Elena. La presencia de nuevos pobladores a los que se incentivó con el reparto de tierras promovió el control por parte de la Corona de la economía municipal. Como nueva población, que se pretendía modélica, se la dotó con un pósito anejo a la iglesia, que si bien ha sido modificado a lo largo del tiempo y usado con distintas funciones (hoy es la sede de la oficina de turismo) mantiene casi íntegra su estructura original.

Los Silos de La Solana

Los silos del Servicio Nacional de Agricultura emergen del conjunto urbano y definen un perfil singular, una imagen que se repite en numerosos lugares de nuestro país. Si en la Edad Media fueron las torres de las iglesias, en los años posteriores a la Guerra Civil las grandes construcciones para el almacenamiento del trigo han definido el perfil urbano en muchos lugares. En el caso de La Solana su “sky line” está claramente definido por ambos elementos, torre y silos.


En 1937, en plena Guerra Civil, se creó el Servicio Nacional del Trigo (SNT), cuya visión era comprar la cosecha de trigo a los agricultores y asegurar así el abastecimiento de la población. Durante la posguerra, la política autárquica de fuerte intervencionismo estatal y la precariedad de los “años del hambre” provocó la construcción de la Red Nacional de Silos y Graneros, una enorme infraestructura estatal diseñada por ingenieros agrónomos asesorados por un arquitecto para las cuestiones estéticas. Su función era recoger el trigo en las zonas productoras y redistribuirlo según las necesidades. Esta Red Nacional llegó a estar formada por 672 silos y 277 graneros distribuidos estratégicamente por las principales regiones cerealistas y asociadas a nudos de comunicación como ferrocarriles, carreteras y puertos.

Mientras el sector del trigo y otros cereales funcionó en régimen de monopolio estatal, los sucesivos organismos estatales agrarios se dedicaron a comprar, almacenar y vender cereales, por lo que todos los silos de la Red fueron muy utilizados. Con la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea en 1986, la intervención en los mercados pasa a depender totalmente de la legislación comunitaria y comenzó su decadencia.

En el caso de nuestra localidad, pertenece a una segunda etapa de construcción a partir de finales de los años  cincuenta, con una tipología en serie y de aspecto más sobrio. Todos ellos constan de una torre elevadora, galería superior, celdas de almacenamiento, marquesina y nave anexa, realizados en hormigón y pintado con sus característicos tonos ocres.

Una vez transferidas las competencias desde el Gobierno central a las Comunidades Autónomas, pasaron a ser gestionados por la Consejería de Agricultura que, a su vez, los cedió a los Ayuntamientos, encontrándose la mayor parte de ellos en situación de abandono y progresivo deterioro.

Sin embargo, son elementos de arquitectura industrial vinculados a nuestra historia reciente, concebidos como obras de ingeniería de interés singular y definidores del paisaje urbano. Estas “catedrales del campo” están siendo motivo de un proyecto de arte mural denominado “Titanes”, llevado a cabo por la Diputación Provincial de Ciudad Real en cinco municipios, entre los que se encuentra el nuestro. El resultado estético es ya otra cuestión.




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