8/4/17

Taranto, 7 de abril de 2017

La convivencia sigue siendo estupenda y seguimos trabajando en el proyecto. La mañana ha sido muy intensa entre los profesores, aportando conclusiones y señalando algunos “flecos” que aún nos quedan por recortar a los grupos participantes (cosa de poco), la tarde ha sido ocupada con una visita cultural al casco histórico, al casco viejo, (que tantos secretos seguramente guardará) de Taranto, la mítica ciudad de los delfines de Taranto.

Nos invadía una sensación contradictoria, a medio camino entre la lástima que causa el abandono o la decrepitud de un patrimonio histórico que parece estar a punto de desplomarse, y el encanto que cada uno de los rincones de ese casco viejo desprendía a cada paso que dábamos.


Tras pasar por el edificio de la universidad, hemos continuado adentrándonos en el área hasta acabar en la catedral de San Cataldo, un santo que no es italiano sino irlandés, pero que como obispo y patrón de Taranto, se le erigió una iglesia en el siglo XI. El templo deja impresionado al visitante puesto que alberga mosaicos y columnas trasladadas desde templos griegos o romanos anteriores, además de series de frescos subterráneos.


Hemos visto luego varios hipogeos que no son otra cosa que cuevas que se utilizaban para distintos usos; por ejemplo, como molinos, como almacenes o viviendas, o como salas de muestras hoy en día.



Hemos pasado por el Monasterio de San Miguel, de Santa Clara, por el palacio de San Pantaleón o de Santo Domingo, o hemos caminado frente al palacio Galeota. Por último, profesores y alumnos y el pesado cansancio que nos acompañaba, hemos llegado a la torre del Orlogio, como para ser conscientes de la realidad del tiempo, donde hemos comenzado un hermoso recorrido por el paseo marítimo, a la vera de redes, olas y barcos. No hay tiempo para cansarse, porque tampoco lo hay para descansar.




El paseo ha concluido poniendo rumbo hacia la parte nueva de la ciudad, donde nos esperaba la posibilidad de dejar quietos tanto nuestros huesos por el algún tiempo, como nuestros pensamientos.

Continuaremos luego con las andanzas europeas de las gentes del Clara Campoamor, desde este lugar manchego tan de tierra adentro.

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