Eran las 9 de la mañana cuando el autobús nos recogió en las puertas del instituto. El día prometía ser cálido, por lo que ya habíamos avisado a nuestros amigos Erasmus que necesitaban echarse agua, ropa fresca y crema de sol. Después de amenizar un poco el viaje en el autobús, alrededor de las 10 llegamos al albergue Alonso Quijano, donde nos recibieron los monitores y tras tomar un tentempié que llevábamos en las mochilas, nos pusimos en marcha para ver Las Lagunas. Fue una visita guiada en inglés en la que visitamos algunas de las lagunas más cercanas al albergue y alguna que otra zona de bosque. Los monitores nos explicaron los tipos de árboles que podemos ver allí, animales con los que uno se puede topar como ardillas, nos enseñaron a diferenciar tipos distintos de roedores que pueden haberse comido una piña de un pino y nos resultó curioso aprender cómo un jabalí se lava en un charco y se seca dejando su huella en el tronco de un árbol ancho y rugoso.
Seguíamos caminando por este paisaje tan bonito mientras el calor iba apretando poco a poco, ya que a pesar de estar en marzo, ha llegado un calor muy temprano este año. Los monitores resaltaron esta sequía que estamos viviendo y los peligros que puede conllevar en las lagunas y sus alrededores si no llueve de aquí al verano. Fue curioso contrastar situaciones sobre meteorología con los Erasmus, ya que algunos como los lituanos, estaban pasando en ese momento el invierno en su país y había nevado justo antes de venir a España.
A mediodía estábamos cansados y hambrientos, así que volvimos al albergue para comer, donde nos esperaba una paella riquísima. Para muchos de los europeos fue su primera vez y les encantó. Desde luego, con tantas exquisiteces a lo largo de la semana, no paraban de resaltar lo bien que se come aquí y nosotros estábamos bastante orgullosos de oírlo. Tras la comida, vino el bajón de la siesta de la que tanto nos gusta disfrutar, pero no podía ser posible. Lo que sí pudo hacerse, ya que los jóvenes de todos los países lo llevaban horas pidiendo, fue darse un chapuzón en la laguna que está justo al lado del albergue. Allí disfrutaron mucho dándose un baño, tomando el sol, hablando distintos idiomas mientras intercambiaban anécdotas…, daba gusto verles.
Después de este rato de descanso, hicimos las últimas actividades que estaban programadas. Los alumnos estuvieron practicando un poco de escalada en un pequeño rocódromo y jugaron al tiro con arco, donde también participamos algún profesor. Fue muy divertido y pasamos un momento de convivencia genial. A las seis de la tarde nos dieron de merendar y salimos hacia el instituto de nuevo. Ya sólo quedaba descansar un ratito, darse una ducha tan requerida y salir a cenar a El Picadero, donde alumnos y profesores disfrutaron de su última cena en La Solana juntos.
Mercedes Velázquez (Erasmus+ Team del Clara Campoamor)