10 de junio de 2021. Día nacional de Portugal.
Hola de nuevo.
Seguimos en Portugal, y hoy, aunque es fiesta nacional, seguimos aprendiendo cosas, si bien no directamente relacionadas con la educación, sí de una manera indirecta.
Iniciamos el día con una visita al castillo de Montemor-o-Novo, que ha sido objeto de una reciente puesta en valor para recuperar un espacio al aire libre, relajado, tranquilo y en parte recuperado por la naturaleza desde donde se divisa todo el paisaje de monte adehesado de encina y alcornoque, olivares, vides, pastos y otros cultivos de secano que rodean Montemor. Un paisaje que nos recuerda bastante a nuestro paisaje manchego, solo que éste es algo más húmedo y ondulado. En el castillo se encuentra un antiguo convento sede de una asociación artística de danza, demostrando, una vez más el afán de los montemorenses por dar cabida a todas las inquietudes culturales y educativas, permitiendo a la vez mantener el uso y mantenimiento de viejos edificios que además son herencia de habitantes anteriores y no debemos olvidar, puesto que sus pasos nos han hecho llegar hasta donde estamos hoy. El castillo de Montemor, albergaba en la Edad Media la ciudad, de la que hoy quedan algunos vestigios puestos en valor para ser visitados, así como una iglesia y restos del palacio de los reyes. El estado actual en que se encuentra no nos dice mucho más aparte del tamaño que pudo tener, pero este castillo es muy importante, por cuanto que fue el lugar donde se gestó toda la posterior política de navegación, exploración y comercio que se llevó a cabo en los años siguientes. Para evitar enfrentarse al turco y el peligro que suponían las comunicaciones por el mediterráneo, los portugueses buscaron una ruta alternativa por el sur de África, iniciando la era de los descubrimientos, llegando hasta Macao por citar algo y cuyo estudio ha dado para miles de trabajos y libros.
A continuación nos dirigimos a Arraiolos, una pequeña población cercana a Montemor, de donde son tradicionales las alfombras, Antes de llegar al pueblo visitamos una Pousada, similar a nuestros Paradores, en un convento del siglo XVII. Como en otras iglesias de la época, destaca la decoración en azulejos, que dependiendo de la importancia del templo iba desde un simple zócalo hasta la cobertura total de las paredes como se puede observar en esta fotografía, en la que podemos ver a Alejandro y Cristina, una de las mejores anfitrionas que alguien podría encontrar al viajar.
Estamos ahora en el castillo, de planta casi circular, del que solo se pueden observar las murallas, tres puertas y el recinto donde estuvieran los aposentos más nobles, hoy abiertos, que se usan para realizar conciertos y actuaciones; en la parte central y más elevada, destaca una iglesia, más moderna que los restos circundantes.
Lucía y Cristina no dudaron en posar para el artículo en las vetustas murallas del castillo de Arraiolos.
Ya en Arraiolos, tuvimos una grata sorpresa, se celebraba un festival o jornadas sobre las tradiciones de Arraiolos, entre las que destaca, como se ha comentado anteriormente, la fabricación artesanal de alfombras. Dicha tradición se remonta al menos al periodo islámico de la península ibérica y más en concreto, el establecimiento efectivo en Arraiolos se produjo al ser expulsados los musulmanes de Lisboa, buscando algunos de estos moradores tranquilidad, se establecieron allí, y siguieron dedicándose a la elaboración de alfombras, unos convertidos al cristianismo, otros en apariencia. El pueblo se engalanó para la ocasión y se vistió de gala, alfombras pendientes de los balcones, animación en la calle, puestos mostrando labores tradicionales, todo para dar a conocer el modo de vida que conllevaba la producción de los "tapetes de Arraiolos" como dicen en portugués.
El hecho de ser festivo en Portugal y la animación callejera, hacía que Arraiolos estuviera muy animado.
Los personajes de animación callejera, además de entrentener, cumplían con la misión de divulgar y dar a conocer las tradiciones más arraigadas en la población, siendo una muestra más de la preocupación por dar a conocer y educar no solo académicamente que hemos podido observar en estos días en Portugal.
La elaboración de las alfombras lleva aparejadas una serie de labores y trabajos también necesarios y que durante mucho tiempo condicionaron la vida de la población, cultivo de lino con su recolección y tratamiento, cría de ganado lanar para el aprovechamiento de la lana, materia prima para la elaboración de las alfombras, tintado de las hilaturas, todo mostrado en la calle para su divulgación y disfrute.
Alentejo, calor y canícula son sinónimos, las calles de Arraiolos estaban cubiertas con toldos que servían de refugio del inclemente astro rey.
Tras la visita de Arraiolos, nos desplazamos a Évora, donde nos reunimos con Ana, quedando en un restaurante tradicional para comer, la variedad de platos es grande, y damos fe de que todo está delicioso. Por destacar algo, mencionaremos las migas, de varios tipos, y que allí las usan para acompañar otros platos, son muy similares a las nuestras, pero no las hacen tanto para que queden sueltas como hacemos aquí, sino que se sirven como si fuera una masa, muy buenas aún así.
Por otro lado, el trato de la gente es excelente, solícitos, educados, simpáticos y atentos. No es una cuestión de adornar la crónica, es lo general que hemos podido observar en nuestro periplo portugués.
Évora, patrimonio de la humanidad, el mejor ejemplo de ciudad de la época aúrea de Portugal, tras la destrucción de Lisboa por el terremoto de 1755.
El templo romano en Évora, conocido como de Diana (a pesar de que los expertos consideran que los templos dedicados a la diosa de la caza, la naturaleza salvaje y la luna se construían de forma circular), se emplaza en la zona elevada de la ciudad y es testigo del pasado romano de Évora. (De izq a der) Ana (P), Lucía (E), Alejandro (E) y Cristina (P), equipo titular del job-shadowing del IES Clara Campoamor en la Agrupación de Escuelas de Montemor-o-Novo.
La catedral de Évora desde el exterior.
Ya de noche, la iglesia de San Antao en la PraÇa do Giraldo, tras un día realmente agotador.
Hasta mañana, nuestro último día en Portugal.