Otro día de conocer la realidad
de la potente industria transformadora y elaboradora de cereales italiana.
Nos dirigimos a la empresa
“Casillo”. Es realmente impresionante. Grupos de enormes silos con una central
de transformación adosada a ellos. Primero tenemos una breve introducción en el
departamento de calidad de la empresa donde prueban las harinas realizando
productos para asegurarse de que el consumidor final quedará satisfecho.
Después recorremos todos los
procesos de transformación, desde la entrada y almacenamiento de los cereales,
pasando por su procesado en harinas y similares y llegando a la terminal de
empaquetado. Listos para ser llevados por toda Italia.
Parece difícil imaginarse que no
hace más de 30 años la familia propietaria de este imperio sólo contaba con un
pequeño molino rural. La complejidad de la molienda a escala industrial parece
de ciencia ficción. De hecho en las centrales de transformación está prohibido
grabar imágenes o videos. Y tiene lógica la mecanización, la robotización y la
informatización del proceso son increíbles.
También es destacable la cantidad
de productos que llegan a elaborar en torno a la realidad cerealística. Nos
hablan de 500 productos finales que ponen en manos del consumidor.
Nos regalan harina y algún
producto horneado para poder probarlos.
Y por la tarde llegan los
abrazos, las despedidas, las lágrimas. Surge el contacto humano de surge el
cariño, el afecto, la humanidad. Nos quedaríamos allí durante mucho tiempo
porque esa gente de la Italia del sur tiene algo que nos recuerda a familia
bien compacta a los manchegos, Gente sencilla y humilde, pero grande de alma,
de corazón. Gracias a tantos profesores, familias y empresarios italianos que
han hecho posible nuestra estaci en Bitonto como si estuviéramos en nuestra
casa.