El día está resultando muy interesante. Salimos de mañana a
Uzungöl, un pueblecito turco cuya estampa bien podría ser la de una ciudad
suiza enclavada en los Alpes, está rodeado de montañas, bosques nevados,
hotelitos hechos de madera y un lago de aguas mansas. En torno al pueblo corren
los torrentes que descienden de la montaña serpenteando entre piedras coronadas
con copetes nevados.
Antes de llegar a este hermoso pueblo hemos hecho dos
paradas, en la primera hemos visitado una factoría de té, crece en las faldas
de las montañas que rodean la ciudad de Trabzon. Lástima que la temporada haya
finalizado por este año, las instalaciones estaban vacías y no se procesaba ya
la materia prima. Un encargado nos explicaba el funcionamiento de la fábrica y
Ümit nos iba traduciendo. Nos han regalado a cada uno un paquete de
considerables proporciones y además nos han invitado a un sabroso té.
En la segunda parada hemos hecho un breve paseo a caballo,
dos o tres vueltas a un picadero, la verdad, impresiona encaramarse a uno de
esos hermosos animales.
Al llegar a Uzungöl hemos hecho algo de trekking ascendiendo
por una carretera medio helada hasta llegar a un hotel. Desde allí las vistas
eran impresionantes.
Cierro esta crónica dando buena cuenta de un suculento ágape
y no lejos de las costas meridionales del Ponto Euxino.